
Pensaría que sólo te puede interesar lo que puedo hacer por ti, pero ¿quién soy yo para negar una buena historia?
Ahí te va…
¿en verdad quieres conocerme?
¿Te imaginas a un tipo sentado, con su calculadora y sus libros de contabilidad, diciendo: “De aquí soy”? Pues no, ése no fui yo
Soy un contador frustrado —frustradísimo— porque en algún momento quise hacerle caso a mi mamá y ser como mi papá (que sí domina los números sin sudar). Pero la verdad me aburrí, y a la mitad de la carrera, mandé todo aquello al carajo
de godínez a creativo
Así que salté hacia la carrera de Comunicación. No fue que me cambiara la vida de golpe con las teorías de McLuhan o la semiótica, pero la neta aprendí a ver otra cara del mundo. Conocí gente diferente, tuve acceso a información, descubrí sustancias divertidas (sin ánimo de presumir) y me di cuenta de que el campo de la comunicación podía ser enorme… siempre y cuando moviera el trasero para sacarle jugo.
Nunca en mi vida había escuchado la palabra “petulante” hasta que la usaron como adjetivo para calificar uno de mis primeros trabajos de comunicación oral. En ese momento pensé que era algo a corregir, después entendí que eso era parte de mí.

amor a primera toma
Hace 15 años aposté todo al área de la producción audiovisual: corporativos, spots, cortometajes… lo que me pusieran enfrente, ahí iba yo. Empecé a producir, dirigir y, a ratos, a hacer malabares con los presupuestos. ¿El resultado? Proyectos sí, algunos muy chingones… pero también muchas desveladas y estrés infinito trabajando por los sueños de otros.
En esa época también me animé a (por fin) comenzar a actuar. De niño me moría de ganas, solo que me faltaban huevos para decidirlo, y terminó siendo un gran descubrimiento; la parte histriónica me ayudó a conectar con mis emociones y, de paso, entender mucho mejor cómo jalar a la gente hacia una buena historia… cosa que se volvió clave al producir comerciales, cortos y hasta un largometraje de terror que me aventé a co-producir hace no mucho.
dosis de realidad empresarial
A ver, no me pinto como un caudillo de la producción. He tenido rachas buenísimas y otras horribles.
En menos de 10 años he visto perecer 3 emprendimientos de los que formé parte; dos casas productoras y hasta un bar de bikers. Y hoy nuevamente he tenido que mutar a un modelo más sostenible.
Mira que si queremos hablar de fracasos, por supuesto que tengo unos cuantos en mi haber; mis canas no han sido de a gratis.
Lo bueno es que esos fracasos me bajaron de la nube; dejé de creer en el “emprendedor con su cervecita a la orilla de la playa,” porque la realidad muerde y arranca pedazos.
2016
2019
terquedad, experiencia y algunas luces
Hoy me queda muy claro que, al final, lo que importa es vender y vivir de ello (que de amor al arte no me mantengo), pero también mostrarme como soy, con mis victorias, mis metidas de pata y mis deseos de libertad.
Ahora estoy aquí, intentando (por fin) hacer las paces con mi síndrome del impostor e intentar decirte que si hay algo que he aprendido a lo largo de esta montaña rusa es que, para comunicar, hay que conectar, y para conectar hay que ser humano. Sin poses ridículas.
Entonces, si vienes buscando a “Mr. Perfect”, lamento decepcionarte. Lo que sí puedo ofrecerte es mi determinación por encontrar junto a ti las historias, los mensajes y las piezas audiovisuales que vendan… y que lo hagan con alma.
Soy un ex-contador que escapó de las matemáticas para treparse al tren de las narrativas y la persuasión; un introvertido que aprendió, a su modo, a ser extrovertido en pantalla; un productor que se anima a actuar y un emprendedor que se niega a morir (aunque ya lleva varias resurrecciones)
¿así que quién carajos soy?
¿así que quién carajos soy?
SOY EL REBELDE DE LAS HISTORIAS
Si te hace sentido trabajar con alguien que no oculta sus cicatrices, aquí me tienes… listo para dar faena en el siguiente round